27/6/08

Agua que cae



Conozco una perfecta solución para un dolor de piernas. Para aclarar un poco la situación primero deberíamos definir si se trata de dolor intenso o simplemente un dolor. El remedio no variará si se trata de uno suave o de uno intenso, pero tendríamos las cosa mucho mas claras con nosotros mismos, que siempre se agradece.
Tomemos un chorro de agua helada en un cubo bien lleno para que el golpe sea entero. Dispongámonos en posición vertical a ser posible en el interior de la bañera para no causar más desastres y lancemos, sin anhelo de dejarnos seducir por un chillido, el chorro de agua fría por encima de las piernas. Simplemente funciona.




Primera ilustración Gibet Ramon
Texto Ana Yael
Segunda ilustración Chia Beloto

26/6/08

Rumbo


"Aprendi que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único"

Agatha Christie




Primera ilustración Luci Gutiérrez
Texto Francina (Aghata Christie)
Segunda ilustración Cris García

21/6/08

El hombre y la luna



Érase una vez un hombre que vivía secuestrado por la luna llena y vivía dentro de ella...





Primera ilustración Inés Sanchez
Texto Mariona Mas
Segunda ilustración Gibet Ramon

Un final


Colorín colorado este cuento se ha acabado...




Primera ilustración Anna Parini
Texto Belén Sanz
Segunda ilustración Mariona Mas

18/6/08

No estaba muerto


Cuando despertó tuvo una sensación extraña y no supo donde se encontraba.

Miró hacia un lado. Luego al otro. Y alarmado comprobó que a su alrededor no había nada, solo vacío.

Intentó calmarse, comenzó a recordar lo que le había sucedido en las últimas horas.

El trabajo, el estrés, María, el restaurante, la discusión, la desilusión. Llovía, él no llevaba paraguas. Volvió a sentir las luces de los faros de aquel coche que solo vio unos segundos antes del golpe. Se vio a si mismo corriendo hacia María. Lloraba.



No, no.

No, no fue así, reflexionó.

María fue la que lloraba y corría hacia a mi.

Entonces recordó el dolor físico, ató cabos y volvió a intentar situarse lentamente. Caminó unos pasos.

Y se dio cuenta de que, seguramente, estaba muerto.



Primera ilustración Fernando Pinillos
Texto Cris García
Segunda ilustración Inés Sánchez

16/6/08

Niño inquieto


Era un niño inquieto. Se divertía fabricando barquitos de papel de periódico que volaban por encima de la ropa tendida y aviones de lata de refresco que surcaban, durante travesías peligrosísimas, el plato de ducha de su casa.
Salía corriendo cada mañana, casi sin desayunar, y en clase se inventaba lápices de colores inauditos y libros repletos de dibujos para poder estudiar especies nuevas de insectos que aún ni siquiera existían. En el colegio tenía fama de buen estudiante, y solía poner deberes a sus profesores. Subía los escalones de dos en dos para adivinar las preguntas de los exámenes y siempre acertaba.

Disfrazaba a sus amigos de todo aquello que pudiesen imaginar. Perpetraba atuendos disparatados con ramas y hojas del bosque, con la ropa de armarios en desuso, con las gafas aparatosas de su abuelo. Inventó un astronauta con los muelles de un colchón, una princesa encantada con alpargatas usadas o un lagarto llorón de piel sintética.

No pudo evitar enamorarse de la vecina cotilla del cuarto. Le recordaba a una cantante de ópera que siempre se olvidase los rulos para salir a cantar canciones horrendas ante un teatro repleto de mendigos. Le pedía autógrafos cuando fregaba la escalera. Llegó a escribir el nombre de ella en la luna… ‘Margarita’. La luna se llamó Margarita desde entonces.




Primera ilustración María Colomo
Texto Jorge Caballero
Segunda ilustración Ana Yael

13/6/08

Dama de Escamas




Lo encontraron de madrugada, encogido y exhausto junto al comedero de los elefantes, en la zona trasera de la carpa principal. Pese a ser un circo de considerable reputación y envergadura, nunca había contado con un cocodrilo de casi dos metros de longitud entre sus filas. Por lo que, ayudados de palos y lazos, lo introdujeron en una jaula de estrechos barrotes. Le dieron de beber, cuatro pollos deshuesados a modo de cena, y lo dejaron descansar, a oscuras.

Lou fue el primero en dar la voz de alarma. Eran las ocho de la mañana cuando se acercó a la jaula donde estaba encerrado el cocodrilo. Pero no encontró reptil alguno, aparte de una bella dama que lo miraba con cara de no saber que estaba pasando…





Primera ilustración Jorge Caballero
Texto Fernando Pinillos
Segunda ilustración Francina Ruana